Friday, March 23, 2007

Testing post 1

Lo prometido es deuda, y aquí están las fotos del paseo a Colliguay que hicimos con Ben Kenobi hace ya un mes. Confieso que no las había publicado por el desánimo que me dio el recibir un parte por pasarme un disco pare en una trampa para bobos en un acceso a la Ruta 68.

Colliguay queda al interior de Curacaví, así que en el supermercado del pueblo cargamos provisiones (chorizos, cerveza, carbón, mayonesa, pan, queso, agua). Las motos ya venían cargadas (la foto es antes de tratar de cargar unos 10 kg más de compras) y el encontrar suficiente espacio para los víveres fue difícil. Una lata de cerveza se perforó en una esquina puntiaguda de la maleta Givi de Ben, rociando algunas cosas. La dimos de baja, y seguimos. Suena simple encontrar espacio para dos latas de cerveza en una maleta como la suya, pero realmente fue como armar un rompecabezas. Terminamos amarrando el carbón y algunas latas sobre mis bolsos, y partimos.




El camino inicialmente era bueno, de tierra, pero fue deteriorándose progresivamente. Ben venía preocupado por la Transalp, pero yo le insistía que la moto aguanta, la moto aguanta.




Después de un largo camino, y ya con una hora de luz por delante, comenzamos a buscar un lugar donde acampar. Al final nos decidimos por el Rancho Alemán. Barato, lindo lugar, nos quedamos!



















Al abrir la maleta de Ben, comprobamos que otra cerveza más había explotado, por la insistente fricción contra alguna otra cosa. Lo más afectado fue una polera, pero nada grave.

Armamos las carpas, armamos el fuego, puse "Feels Like Home" de Norah Jones, y comenzamos a disfrutar de la tranquilidad del camping.

En el sitio de al lado, unos 5 ciclistas habían llegado poco tiempo después de nosotros, y cuando nos sobraron algunas salchicas, se las ofrecí, y entramos en conversación durante una hora o dos. Postermente el sueño me venció, y Ben se quedó un poco más, conversando.

En el paseo a Talca, se me olvidó llevar el saco de dormir, y dormí con la ropa de moto (chaqueta de cuero y todo), temblando de frío y miserable con un resfriado. En Siete Tazas, llevé saco pero no pijamas, así que nuevamente tuve que dormir con todo, incluso la chaqueta de cuero, cosa altamente incómoda. Uno pensaría que esta vez la cosa sería distinta, pero no, aún con un saco distinto, de grosor decente, no como el que había usado previamente, tuve muchísimo frío. Me levanté apenas hubo luz para entrar en calor.

Busqué más madera y armé un fuego para tostar el pan y hervir agua para el té. Fui a ver la moto, y me encontré con que estaba cubierta de escarcha!







Mi frío ciertamente no había sido imaginario.



Desayunados, hablamos con el dueño, y nos recomendó dos paseos, ambos eran desvíos de la ruta principal y llevaban a minas, una de hierro y una de cuarzo. A la de cuarzo no pudimos entrar, porque la Transalp no cabía en el hueco al lado del portón cerrado.

Seguimos adelante, y la ruta a la mina de hierro estuvo buena y polvorienta.









Los colores del mineral eran impresionantes. Entre el cielo azul y el rojo intenso de las rocas...















Después bajamos, y encontramos un lugar para almorzar, con mesas bajo un parrón y un gallo que escalaba troncos.



Volvimos al camping, y armamos las cosas. Tomamos una ruta distinta para volver.



Lamentablemente en una de esas curvas, a causa del desproporcionado peso que llevaba la Transalp atrás y un tema de una velocidad de entrada mal calculada, la rueda delantera perdió tracción, y Ben se vino a tierra. Nada serio, solamente los plásticos delanteros del lado derecho de la moto trizados.

De vuelta, saliendo de una Copec en la Ruta 68, un paco me pasó un parte por no detenerme completamente ante un disco Pare. Todo sea por que el visitante se sienta bienvenido en Curacaví, cierto?

De vuelta, la luna nos acompañó hasta la casa.